La revolución del ferrocarril de alta velocidad

Cuando se piensa en el ferrocarril de alta velocidad, las primeras imágenes suelen ser de Shinkansen (tren bala) japonés, que ha estado circulando con gran puntualidad desde 1964, pero el ferrocarril de alta velocidad tiene una presencia global que aumenta año tras año. Veamos algunos de los titulares en redes:

Japón

Japón está en la tercera posición mundial en cuanto a kilómetros de línea ferroviaria de alta velocidad en funcionamiento. Para conectar las tres islas principales de Japón, 22 grandes ciudades están unidas por una red de nueve líneas de ferrocarril de alta velocidad, a las que se añadirán nuevas líneas que están en desarrollo. Su infraestructura ha creado el servicio de ferrocarril de alta velocidad más activo del mundo: los trenes viajan a hasta 320 km/h (200 mph) y más de 420 000 pasajeros utilizan el servicio los días laborables.

China

China es la potencia absoluta y la principal parte interesada en el tren de alta velocidad por varios motivos. Debido a su tasa de crecimiento y a la inversión del gobierno chino, el impulso que ha adquirido no se puede comparar con el de ningún otro país.

Igual que muchos países, China basó su red de alta velocidad en el sistema Shinkansen japonés durante los años 90. Comenzó a funcionar en 2008 con trenes que circulaban a velocidades de hasta 350 km/h (217 mph). Según los planes de China a largo plazo, se prevé que la red de alta velocidad cubra hasta 45 000 km. Para dar perspectiva a esta cifra, su extensión, al ritmo de crecimiento actual, sería mayor que la combinación de todas las líneas de alta velocidad del resto del mundo.

La rápida velocidad de progreso implicó que China necesitara importar inicialmente la mayoría de sus sistemas de ferrocarril de alta velocidad. Empresas conjuntas con países como Francia, Alemania, Japón y otros ayudaron a China a desarrollar internamente sus capacidades de producción; China ahora forma de la combinación en cuanto al desarrollo de sistemas de alta velocidad para otros países. La construcción acelerada de infraestructuras también ha impulsado un cambio en la manera de viajar de la gente: se ha producido un descenso en el número de pasajeros de los vuelos nacionales, lo que ha forzado una reducción de las tarifas aéreas e incluso la cancelación de vuelos regionales para recortar costes.

Europa

Como existen conexiones transfronterizas en toda Europa, muchos países han seguido la normativa ferroviaria francesa para la señalización, tensión y velocidad de circulación y utilizan el ERTMS (Sistema Europeo de Gestión del Tráfico Ferroviario) debido a la temprana adopción del ferrocarril de alta velocidad en el país, aunque Alemania utiliza actualmente el ETCS nivel 2 (Sistema Europeo de Control de Trenes) en su red.

El primer sistema ferroviario de alta velocidad europeo fue el francés, que data de 1981; así se convirtió en el segundo país del mundo que ofrecía transporte ferroviario de alta velocidad. En un primer momento, los TGV (trenes de alta velocidad, operados por SNCF) alcanzaban velocidades de 200 km/h (124 mph), que han aumentado a lo largo de las décadas hasta la velocidad promedio actual de 320 km/h (200 mph).

Alemania inauguró el transporte ferroviario de alta velocidad en 1991 con sus trenes Inter-City Express (ICE), que llegan a muchas ciudades del país con conexiones entre Hamburgo y Berlín, Augsburgo y Munich. El trabajo continúa con múltiples líneas de conexión en construcción y otras están aún se están planificando.

A pesar de encontrarse todavía en niveles bajos, España es el país europeo cuya ambiciosa inversión en el sector del ferrocarril de alta velocidad es más conocida. En 1992, España inauguró su primera ruta entre la estación de Atocha de Madrid y Sevilla; después ha seguido expandiéndose hasta Barcelona, Alicante, Valencia y otras grandes ciudades. Su red de 3567 km de ferrocarril de alta velocidad es la segunda más grande del mundo, aunque está lejos de la extensión de la red china, que ocupa el primer lugar. Los enlaces en todo el país han propiciado un cambio en el comportamiento de los pasajeros que viajan por trabajo y los turistas; todos ellos viajan cómodamente entre Madrid y Barcelona en dos horas y media a velocidades de hasta 310 kmph (192,6 mph).

Por supuesto, no hay que olvidarse del Eurostar, el servicio ferroviario del eurotúnel que conecta Londres (Reino Unido) y París (Francia), inaugurado en 1994, que ahora se ha ampliado para llegar a otras grandes ciudades europeas, como Bruselas y Ámsterdam.

Todos estos ejemplos demuestran que la adopción del tren de alta velocidad es un fenómeno global que aporta ventajas al transporte de pasajeros y de carga, así como beneficios para el medio ambiente porque utiliza líneas electrificadas y asume una parte del transporte de carga por carretera. Las nuevas redes tienen siempre luz verde, como los 1800 km de líneas que se están construyendo en Egipto y serán un «Canal de Suez sobre ruedas» que se espera inaugurar en 2023. Está claro que la adopción de los sistemas de red ferroviaria de alta velocidad de cualquier lugar del mundo seguirá propiciando cambios en el medio de transporte elegido por personas y empresas en el futuro.